
En diciembre pasado, 240 voluntarios de Un techo para mi país de siete países latinoamericanos (Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Brasil, Perú, El Salvador) viajamos a un pueblo llamado Bernales. Este lugar queda a 30 minutos de Pisco, ciudad devastada por el terremoto del 15 de agosto que dejó más de 500 muertos y 35 mil familias sin hogar.
Construimos 100 viviendas en cuatro días y pudimos compartir y conocer a los habitantes de Bernales que nos trataron como hermanos, padres y amigos.

En el momento de la construcción se habían cumplido cuatro meses del sismo y la situación era (supongo que a cinco meses sigue siendo) desalentadora. En Bernales hay una hora de agua al día y con esto las 600 familias se tienen que arreglar para cocinar e higinierzarse, entre otras cosas. Hay familias enteras que desde hace mucho tiempo viven en carpas que organismos, como Defensa Civil y Cruz Roja, entregaron luego de los desastres ocasionados por el terremoto.
El Gobierno está ausente y este pueblo, que parece olvidado en el medio de las sierras peruanas, no puede satisfacer sus necesidades básicas. Y nadie quiere escucharlo.
¿POR QUE?