jueves, 10 de diciembre de 2009
El delta
El zumbido de los aviones crece decrece sobre su cabeza desde un extremo a otro extremo del cielo. Y después el silencio. El motor de una lancha ruge con desesperación, muy a lo lejos, burlado por la distancia. Un pájaro oscuro remonta el vuelo con un chillido desolado. Ahora oye los ladridos del perro, increíblemente iguales y tristes. Cuando calla, por fin, le palpitan los oídos. Más cerca está el roce constante del junco y el barro que gorgotea debajo de sus pies. Los opacos y parejos estampidos de las chatas areneras, surcando el canal, producen una cálida sensación de bonanza.
El río es espléndido y el hombre se siente misteriosamente atraído por él. Esto es todo lo que se puede decir.
Sudeste, Haroldo Conti
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